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viernes, 14 de septiembre de 2012

P. Segundo de Santa Teresa García Cabezas

Nació en Barrios de Nistoso, provincia de León, el 24 de marzo de 1891, siendo sus padres Urbano y Justina. Fue bautizado en la iglesia parroquial de su pueblo el mismo día de su nacimiento y recibió muy jovencito el Sacramento de la Confirmación. Joven inteligente y piadoso pasó su infancia y primeros años en la frecuencia de los Sacramentos de la Confesión y Comunión, siendo ejemplo de sus compañeros por el fervor en sus prácticas de piedad y amor al estudio.

Ingresó en el convento de Alcázar de San Juan, donde vistió el hábito de la Orden el 21 de abril de 1906, haciendo su profesión simple el 27 de abril del año siguiente. Terminado el año de noviciado fue enviado a Roma, al convento de San Carlino, a las Cuatro Fuentes, y allí cursó brillantemente la Filosofía en la Universidad Gregoriana (1907-1910), graduándose de doctor en esta Facultad con notas sobresalientes. Cursó también en la misma Universidad los tres primeros años de Teología con el mismo aprovechamiento, y que tuvo que interrumpir por motivos de salud y fue enviado a España. Hizo sus votos solemnes el 14 de agosto de 1910 en el convento de San Carlino (Roma). Fue ordenado de sacerdote en Madrid, el 25 de enero de 1914.

Destinado por los superiores a la fundación de Dalmacio-Vélez, provincia de Córdoba (Argentina), el año 1915, trabajó incansablemente en las tareas escolares y parroquiales hasta el año 1919. De palabra fácil y espíritu apostólico y misionero, se destacó muy pronto en aquella dilatada parroquia por el celo de las almas. Su acción apostólica se extendió por otros muchos pueblos de la Pampa Argentina. Vuelto a España (1919) enseñó Teología en el convento de La Rambla (1919-1922); fue Vicario de Barcelona (1922-1923), profesor en el aspirantazo de Algorta (1923-1928) y de Filosofía en Villanueva del Arzobispo (1928-1931) y en el Santuario de la Virgen de la Cabeza desde el año 1931 hasta el 1936. Fue colaborador de la revista trinitaria “El Santo Trisagio”; cultivaba también la música y la oratoria sagrada. Le encantaba predicar sobre las excelencias de la Madre de Dios. Tocaba y cantaba ocho o nueve misas seguidas en honor de la Virgen en su fiesta del Santuario de la Cabeza y celebraba la última después de la procesión.

Cuando llegaban los peregrinos al Santuario, el primero por quien preguntaban era el Padre Segundo, y no tenía prisa al pedirle que tocase el órgano del Santuario. Tomó también parte en los Certámenes marianos de Lérida.


Víctima propiciatoria

Dispuesto siempre a hacer el bien a los demás, el Siervo de Dios Padre Segundo ofreció al Señor su martirio, tanto más doloroso cuando veía entre sus verdugos a quienes tantas veces había favorecido. Así lo reconoce Don Luís Montalvo, que en su libro “Defensa y martirio de Santa María de la Cabeza” escribe refiriéndose al Padre Segundo y a los demás religiosos del Santuario: “Los Padres Trinitarios socorrían a diario a muchos pobres que acudían de aquellos alrededores en demanda de comida. Creían los Padres Trinitarios, como todo hombre de bien, que iban realizando una obra humanitaria; pero… algunos de los que recibieron aquella caridad fueron después sus verdugos.”

Cuando los milicianos bajaban detenidos a los Padres desde el Santuario y les dijeron que el régimen de la República no admitía religiosos, el Padre Segundo contestó:
-¿Qué va a ser de esta sociedad, de un régimen que no admite religiosos? ¿No sabéis que los religiosos han sido los más grandes bienhechores de la Humanidad en todos sus ramos y los más amigos de los pobres y trabajadores?
Y al sacarle violentamente de la casa de Don Pascual, en Andujar, parra fusilarle el día 31 de julio de 1936, saludó amablemente a los milicianos, diciéndoles que estaba a su disposición y repartió un cigarrillo a cada uno. Poco después, en medio de una calle estrecha, segaban su vida con varios disparos de pistola y de escopeta, junto con el Padre Prudencio. Tenía en sus manos el breviario. Y en medio de un gran charco de sangre recogieron su cuerpo inmolado y le llevaron al hospital, donde simularon una autopsia y le enterraron en el cementerio municipal de Andujar. Así ofreció su vida a Dios esta víctima propiciatoria en aras de su amor a la Orden y al sacerdocio.


Adaptación del artículo Historia de los Mártires Trinitarios en el Satuario publicado en el blog Canal Romero

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